Señales de alerta del fascismo en el Estados Unidos contemporáneo
Un análisis de las características del fascismo descritas por Umberto Eco y su reflejo en el movimiento trumpista en Estados Unidos.
– Por Rodrigo Balvanera Garza.
En su ensayo Ur-Fascism (1995), Umberto Eco reflexiona sobre las características esenciales del fascismo, que define como un conjunto de elementos ideológicos y culturales que pueden reaparecer en diferentes contextos históricos. Eco no ve al fascismo como un fenómeno único, sino como un “eterno retorno” que, bajo nuevas formas, amenaza las democracias contemporáneas.
Este texto propone analizar cómo los elementos descritos por Eco se reflejan en Estados Unidos, particularmente bajo la influencia del movimiento trumpista. La infografía elaborada por Pictoline ofrece una síntesis visual que sirve como base para este análisis
1. Culto a la tradición y las raíces
El fascismo glorifica un pasado mítico, idealizando símbolos tradicionales y presentándolos como la solución para un presente caótico. El eslogan Make America Great Again encapsula esta idea en el trumpismo. Este discurso hipernacionalista exalta una “grandeza” estadounidense basada en la exclusión cultural y racial, ignorando deliberadamente las injusticias estructurales de ese pasado.
2. Abuso del miedo a lo diferente
La política del miedo ha sido una herramienta central en el trumpismo. Las declaraciones de Trump describiendo a los inmigrantes como criminales y “violadores” o afirmando que “envenenan la sangre” de la nación evocan un lenguaje eugenésico propio de regímenes autoritarios. Este miedo al “otro” no solo deshumaniza, sino que también legitima políticas migratorias restrictivas y retóricas xenófobas.
3. Un constante estado de amenaza
El fascismo perpetúa la idea de que la nación está bajo asedio. Trump ha construido una narrativa de “invasión” en la frontera sur y ha demonizado a los medios de comunicación, calificándolos como “enemigos del pueblo”. Este estado de alerta constante justifica la concentración de poder en el líder y la erosión de derechos fundamentales bajo la premisa de proteger la nación.
4. Exaltación de la voluntad popular
El fascismo se presenta como la encarnación de la voluntad del pueblo, un concepto que anula la diversidad inherente a las democracias. Trump afirmó: “I am your voice”, asumiendo ser el único intérprete legítimo de los intereses nacionales. Este tipo de retórica monopoliza el discurso político y reduce el debate democrático.
5. Oposición a la crítica analítica
La crítica y el análisis son enemigos del fascismo, que prefiere la obediencia y el pensamiento binario. Durante la pandemia de COVID-19, el movimiento trumpista descalificó a científicos y expertos, sembrando desconfianza en las instituciones y promoviendo desinformación. Este rechazo al pensamiento complejo polariza a la sociedad y refuerza la dependencia emocional hacia el líder.
6. Obsesión por conspiraciones y culpables externos
Las teorías conspirativas son un pilar del fascismo, y el trumpismo no es la excepción. Narrativas como QAnon, el “deep state” y la idea falsa de la elección robada en 2020 han generado una paranoia colectiva. Estas conspiraciones desvían la atención de problemas reales y consolidan un enemigo externo o interno que sirve como chivo expiatorio.
7. Proclamación de un líder (la voz del pueblo)
Trump ha cultivado un culto a su personalidad que trasciende lo político. En su discurso de toma de protesta, afirmó que “Dios lo había salvado” para hacer a Estados Unidos grande de nuevo. Este lenguaje mesiánico lo posiciona como un salvador destinado a cumplir una misión histórica, reforzando su poder simbólico.
8. Control y represión de la sexualidad
El fallo de la Suprema Corte que revocó Roe v. Wade, apoyado por jueces nominados por Trump, ejemplifica el control autoritario sobre los cuerpos y la sexualidad. Este retroceso en derechos reproductivos afecta principalmente a mujeres de sectores vulnerables, perpetuando desigualdades sociales y reforzando un modelo de control estatal sobre decisiones íntimas.
9. Acción antes que razón
El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 simboliza la glorificación de la acción impulsiva sobre la reflexión. Este acto de violencia, incitado por la retórica de Trump, mostró cómo el fascismo desprecia el debate racional y celebra la confrontación directa como medio para alcanzar sus fines.
10. Lenguaje limitado y repetitivo
El lenguaje del fascismo busca simplificar y movilizar. Trump utiliza términos como beautiful, great, terrible y bad de manera reiterativa, eliminando matices y promoviendo una visión simplista de la realidad. Este estilo no invita a la reflexión, sino que busca una respuesta emocional inmediata que movilice a sus seguidores sin cuestionamientos.
11. Apelación a una clase social frustrada
El fascismo explota las frustraciones de las clases medias. Trump prometió recuperar empleos y combatir élites globalistas, pero sus políticas favorecieron a los más ricos. Esto mantiene a sus seguidores atrapados en un ciclo de esperanza y frustración, alimentando el resentimiento social y desviando la atención hacia enemigos fabricados, como los inmigrantes o los medios de comunicación.
12. Rechazo a las ideas modernas
El movimiento trumpista ha deslegitimado el cambio climático, las vacunas y la equidad social. Este rechazo al progreso científico y social perpetúa narrativas conservadoras que frenan el avance hacia sociedades más justas.
El fascismo, como advierte Eco, no es una ideología fija, sino una amenaza que se adapta a los contextos históricos. En el caso de Estados Unidos, el trumpismo presenta múltiples señales que deben ser reconocidas y confrontadas. Ignorar estas señales puede significar la erosión gradual de los valores democráticos. Como dijo Eco, “la libertad y la liberación son tareas sin fin”.